Si hacemos un esfuerzo por plantearnos críticamente el desalentador
panorama de !a cultura canaria de hoy mismo, podemos quizás comenzar
a asomarnos a su lento dinamismo, introducirnos en sus contradicciones
internas y entonces -sólo entonces- pretender hace^ una aportación,
no por modesta y limitada menos válida. Cuando uno está a punto
de caer en el desaliento, de renunciar al posible norte que le oriente
entre tanta inhibición, una idea, una anticipación de otro, puede ser la
tabla salvadora. Ese es nuestro caso al leer en el Diario Revista del Diario
de Las Palmas de fecha 23 de septiembre actual el artículo sobre "La
cultura insular. La balcanización cultural", firmado por Angel Sánchez.
I~depzndientaxente de qüe estemos de acueidü u no en su iuidiiddd cun
las afirmaciones y concJusiones del articulista, hay una idea, un concepto,
que brilla en el artículo como un relámpago arrojando luz sobre el
aparente pero evidente galimatías que hoy constituye -por así decirlola
cultura, no sóilo insular, sino regional de nuestro archipiélago. Me refiero
a la expresión de cultura del rechazo
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